Cuidado con la historia que nos quieren contar

Las Fuerzas Militares de Colombia han actuado siempre con respeto a La Constitución Nacional y la dentro de la Ley, lo han hecho a órdenes de los diferentes gobiernos, legítimamente elegidos, y han acatado ordenes precisas de cada uno de ellos en materia de orden público.

Son parte de la estructura del Estado y están obligados a defender la vida, honra y bienes de todos los colombianos. Actuar en condiciones volátiles, inestables y complejas no es fácil, pero lo han hecho siempre con apego a la ley. Las diferentes situaciones políticas o crisis en el ámbito político no pueden afectar su forma de actuar. Deben ser leales a la institucionalidad y han demostrado respeto a sus principios lo que es prenda de garantía para nuestra democracia.

La directriz de respeto al derecho internacional humanitario ha sido fundamental. Es posible que haya errores, también que algunos actúen fuera de la ley (de manera individual), pero en general el respeto a la Ley ha sido su línea de acción, algo que reconoce la comunidad, pues en general la defensa del pueblo colombiano les granjeado la estima de la ciudadanía. Esta es la mejor prueba de su legitimidad.

Tratar de igualar o equiparar a las guerrillas con nuestros militares, es una ofensa que encajamos todos los colombianos. Este sentimiento no es exclusivo de los militares, muchos pensamos que constituye una traición. Algunos generales de la reserva activa, han expresado que, más que justicia transicional lo que necesitan los militares son garantías jurídicas, que opere su fuero constitucional mediante el cual tienen derecho a una justicia especializada: ellos no quieren “perdón” ellos quieren justicia y que se acaben los montajes y los falsos testigos –reconocidos por el Fiscal General- que utiliza la justicia ordinaria con mucha frecuencia.

¿Como equiparar a los soldados con las guerrillas? Estos últimos son grupos al margen de la ley han actuado en forma criminal contra todos los colombianos. En su batalla por destruir al Estado, democrático y legítimo, apoyado por la mayoría de los colombianos, han encontrado todo tipo de delitos atroces que en sus manos se vuelven muy rentables para financiar su guerra, que dicho sea de paso, no es una lucha por los menos favorecidos sino una forma de llegar al poder a imponer un régimen comunista, de aquellos fracasados en todo el mundo.

La izquierda, tiene el mismo propósito y no es coincidencia. Tienen la responsabilidad de haber creado estos grupos que utilizan la violencia como medio para intentar llegar al poder, han tratado de imponer sus ideas a punta de fusil e intimidando al pueblo con la práctica del terror.

La izquierda se ha adueñado de muchas causas nobles – de dientes para afuera- y muchas personas de bien han caído en el engaño: les creen. Se han adueñado de banderas humanistas como la lucha contra la pobreza, los derechos humanos y el concepto de la paz, mientras han hecho la guerra en dos frentes: una de manera soterrada llamada guerra política y otra, conformando, apoyando y defendiendo grupos ilegales (guerrillas terroristas). Pero además, están escribiendo la historia de Colombia de los últimos 100 años para que les favorezca.

Tienen en su contra que han fracasado en todo el mundo donde han logrado implantar modelos económicos socialistas, populistas y comunistas, pero no parece suficiente, se han adueñado de la paz. Analicen que igual han hecho las FARC, hoy son los dueños de la paz y hasta el Presidente les cree.

El deber de todos los colombianos de bien, es defender la legitimidad, la integridad y la seguridad jurídica de las Fuerzas Militares, de todos nuestros soldados a quienes pretenden nivelar con los terroristas, en una mal llamada Justicia Especial de Paz.

Conocer la verdad histórica nos hará inmunes a las mentiras que se tejen sobre el conflicto en cabeza de los voceros de las FARC y de muchos ideólogos que se sitúan en una orilla cercana a la violencia desatada por el comunismo o por la izquierda radical. Pero cuidado, no podemos dejar que sean las FARC quienes escriban las historia.