Absolución ideológica del comunismo
Todos nos imaginamos un país en paz; un país en el que todos los ciudadanos seamos iguales ante la ley; un país con igualdad de oportunidades para todos. Supongo que este deseo lo tienen la gran mayoría de los colombianos. El único desacuerdo es la forma como ha de ser. La forma como quisiéramos se logre este fin. Eh ahí el gran conflicto que no es solamente de los colombianos es quizás el conflicto universal.
Me refiero al gran debate entre liberales y comunistas. Alguien me dijo, “¿acaso no sabe que el comunismo no existe?”, quizás tenga razón, ya que la teoría marxista a pesar de que se sigue intentando aplicar nunca han logrado implementarla con éxito y más bien fracasó estruendosamente. Pero los comunistas si existen y vienen disfrazados con varias máscaras ideológicas de izquierda: el populismo de izquierda, dictaduras de izquierda, socialismo, progresismo, socialismo del siglo XXI, Izquierda Democrática, etc.
Todos estos modelos, con sus diferentes matices se basan en el estatismo y el asistencialismo. Los medios de producción en manos del estado, el empleo depende del estado y todos los servicios dependen del mismo estado. El fracaso siempre ha sido rotundo dado que los estados han demostrado ser malos administradores y para tapar los malos resultados, fortalecen la corrupción y así el gobernante mantiene la “lealtad” de sus colaboradores. La única opción de mantener la “gobernabilidad” es comprando conciencias para acallar el descontento. Para mantenerse muchas veces han dependido de la fuerza y la represión, la historia nos habla de más de cien millones de muertes sobre la conciencia de los comunistas. Quizás no tengan conciencia.
Entre los socialistas o populistas de izquierda, se encuentran algunos más pragmáticos, respetan el libre mercado, establecido desde antes, como modelo fundamental y acentúan el trabajo por las clases menos favorecidos. Este tipo de socialistas han hecho presencia en la Europa contemporánea, donde han primado las economías regidas por el liberalismo económico, sin embargo, creyentes fervientes del “Estado Bienestar” llevaron a la crisis más reciente de algunos países de ese continente.
Por supuesto no reconocen su fracaso y la población, de esos países, acostumbrada a que todo se subsidia, no aceptan, como en España o en Grecia por estos días, que se tomen medidas de choque y austeridad para recuperar las economías en crisis a raíz de el despilfarro, el asistencialismo y la corrupción. En estas crisis han surgido populistas feroces, como parece ser el nuevo presidente electo en Grecia, que amenaza, a base de populismo, con salirse del Euro para poder manejar a su antojo la economía al estilo chavista, nuestro más cercana, reciente y fracasada aventura, que constituye otra enseñanza de cómo acabar con un país. Tal parece que lo mismo sucederá en España, allí un líder “independiente” (léase populista) que lidera las encuestas parece que va a ganar en las próximas elecciones. La tendrán difícil nuestros amigos españoles.
Otros países, como China, vienen del comunismo y han convertido sus economías al libre mercado, reconociendo así el fracaso del modelo, no importa que se sigan llamando a sí mismos comunistas, de ello solo conservan el talante autoritario y dictatorial.
En el caso de Venezuela, el gobierno “socialista” ha dado subsidios a la mitad de la población, así y sumando una buena dosis de trampa, han ganado las elecciones, pero sus malos resultados han convertido este país en un polvorín que no sabemos cuando estalle. Lo más triste es que aquellos empresarios que en su momento, de manera entusiasta, apoyaron a Chávez hoy vieron acabadas, cerradas o expropiadas sus empresas. No escucharon las voces que alertaban sobre los peligros del populismo salvaje.
El Dictador venezolano destruyó la empresa privada, cerró las fronteras, se “chorreo” la mayor bonanza petrolera de la historia haciendo populismo dentro y fuera del país, garantizando la expansión del Foro de Sao Paulo. Al final no pudieron, ni el ni su sucesor Maduro, garantizar siquiera la producción de bienes y servicios y menos el suministro de los productos básicos. Hoy en Venezuela muchos aguantan hambre, muchos más que los que lo hacían antes de Chávez. Pero lo más grave, es la persecución judicial a todos sus contradictores, la cárcel para la oposición y hoy están prisioneros, los venezolanos, dentro de sus propias fronteras.
Hay muchas señales de que Colombia va por este camino. Santos ha demostrado ser capaz de entregar la economía, el territorio, la política y la justicia a las Farc, con tal que firmen la tan añorada paz. Cada semana se desatan polémicas sobre los nuevos anuncios que hace el mandatario, que tienen que ver con la justicia, la seguridad y con el modelo económico.
La persecución política a sus contradictores es una muestra más del camino que nos espera, han llegado al punto de prohibir a la oposición salir del país. A nadie permite que se cuestione la impunidad ofrecida a las Farc y que, a pesar de haber dicho que en la negociación había puntos concretos y que no se saldrían de ellos, cada día aparecen exigencias del grupo terrorista que son puestas sobre la mesa y empiezan a socializarse entre la comunidad con una desfachatez escalofriante haciendo gala de una habilidad inusitada con el concurso de reconocidos militantes de partidos de izquierda afines al radicalismo fariano.
Barrer parques, según el Fiscal y el Presidente de la Corte Suprema, son penas suficientes para los genocidas. Dicen ellos, en coro con Santos, que la justicia no se puede oponer a la paz. Todos esos crímenes son quizás chambonadas, dice Mujica, cuando se refiere a sus actos terroristas de la juventud. Jean François Revel llamó a este fenómeno “la absolución ideológica del asesinato y del genocidio”, la misma que ya se está “socializando” a favor de las Farc.
El modelo opuesto es el “liberal”, no nos referimos al Partido Liberal colombiano, que se hace llamar liberal pero realmente es populismo puro, partido del cual la historia nos ha enseñado que allí se han producido los peores escándalos de corrupción de que haya tenido noticia nuestra patria. Me refiero liberalismo clásico, a la economía de libre mercado, sobre el cual han escrito muchos grandes pensadores como Adam Smith, Friederich Hayec o Jean François Revel -entre otros-, es aquel basado en un estado austero que resuelva las necesidades básicas, establece garantías de igualdad en las oportunidades, ejerce la autoridad e imparte justicia.
En el modelo liberal se espera que el Estado sea tan grande hasta donde sea necesario –y solo hasta ahí- y que el mercado sea tan grande como sea posible. Un mercado próspero que genere empleo y riqueza. Por supuesto que el estado debe regular y vigilar que el mercado no se desmande, pero debe garantizar la posibilidad de libre competencia.
Entre el populismo representado por Juan Manuel Santos quien ha permitido que se deteriore el orden público, ha gastado a manos llenas deteriorando gravemente la economía que les dejó en alza el liberalismo económico practicado por Álvaro Uribe Vélez -probadas todas sus bondades en 8 años de gobierno- me quedo con este último.
Dios quiera que yo esté equivocado pero, de seguir Santos por este camino, pronto veremos el día en que seremos gobernados por comunistas como Petro, émulo de Chávez, tengamos a Uribe y a todos los opositores en la cárcel, algo que ya está sucediendo y a los empresarios, que hoy tan entusiastas lo apoyan, observar como sus empresas se hacen humo.