Democracia desechable

“Referendo sería un suicidio” confirma que Santos, para la reelección, engañó nuevamente a sus votantes (a los de la reelección). Prometió que unos eventuales acuerdos de paz, con las Farc, serían puestos a consideración del pueblo para ser aprobados o no, a través de un referendo. Tal parece que no tenía ninguna intención de hacerlo. El gobierno sabe que la forma como se han conducido las negociaciones, estas no serán apoyadas por los colombianos y por eso los mecanismos serán impuestos a través de mecanismos tramposos.

Ayer decía Santos, con su habitual y engañoso juego de palabras, que no habría referendo pero si refrendación. Si a alguno de ustedes le preguntan, en una encuesta o en unas elecciones, si está de acuerdo la paz o con guerra ¿Que contestaría? Naturalmente la respuesta de la mayoría sería “de acuerdo con la paz”. Todos estamos de acuerdo con la paz. He aquí el engaño, he aquí la trampa, he aquí al tramposo.

Estamos de acuerdo (cuando hablo en plural me refiero a muchísimos colombianos) con lograr en paz, con lo que no estamos de acuerdo es con la forma de conseguirla. No estamos de acuerdo con la impunidad para los jefes de las Farc. No compartimos las versiones cínicas que afirman que el Estado colombiano es el culpable de 50 años de guerra, ya lo hemos dicho, en América se sembró una revolución comunista importada que nunca hemos apoyado, al menos, no la mayoría.

No estamos de acuerdo con que los capos de las Farc hagan política apoyados en las extraordinarias fortunas del narcotráfico, dineros que no entregarán pues Santos no se atreve a exigirles su entrega ni el abandono de ese negocio maldito, así como no le exige la entrega de los niños reclutados a la fuerza, ni la entrega de las armas, ni les exigirá pagar cárcel por delitos atroces, cárcel que deberían pagar al menos los cabecillas y los mandos medios.

Lo que si esta claro es que, Santos, tiene la férrea decisión de sacar los acuerdos con las Farc a cualquier costo y para ello ha decidido erigirse dictador sin que los colombianos se percaten. Lo hará a través de una reforma constitucional en la que piensa solicitar facultades extraordinarias (al mejor estilo chavista) que le permitirán desarrollar los acuerdos con las Farc sin tener que pasar por el molesto escrutinio del pueblo o al menos del Congreso.

En la reforma constitucional mencionada, aprovechará para crear una “comisión legislativa especial” (también la han llamado “congresito”) en la que se implementarán las leyes que las Farc exigen, necesarias para lograr una reforma del Estado colombiano a su medida, reforma que implicará convertir a Colombia en un estado socialista, aspiración que el grupo terrorista ha reiterado en cada una de las entrevistas que les hacen semanalmente los medios sedientos de raiting. Estos últimos (los medios) miran complacientes la victoria de las Farc sobre la democracia colombiana.

Si se suman las facultades extraordinarias y el famoso “congresito” el todo poderoso Santos podrá hacer lo que le venga en gana con la constitución colombiana. El será un dictador y nosotros esclavos como lo son hoy los venezolanos, ecuatorianos, bolivianos y nicaragüenses.

No hay que hacer mucho esfuerzo para adivinar cual será la conformación del congresito, recordemos que las Farc exigen paridad en todas las comisiones como en la, ya olvidada por todos, Comisión de la Verdad. Con el argumento ya conocido según el cual ellos son las víctimas y los victimarios el resto de la sociedad, pedirán, sin duda, tener la mitad de los escaños de la macabra “Comisión Legislativa Especial”.

Por supuesto el otro 40% de las curules del nuevo ente, serán ocupadas por los amigos de la “mermelada” de Santos, elegidos del Congreso y quizás el resto sea para la oposición, eso sí, entre esa oposición aparecen los miembros del Polo Democrático (antiguo Partido Comunista Colombiano), Partido Verde y otros afines a las Farc, con lo cual se tendrá una absoluta mayoría para las reformas que se requieren para la entrega del País al Socialismo del Siglo XXI. Queda claro una pequeña minoría que en la práctica no podrá defendernos, el Centro Democrático.

Estos dos ingredientes nos llevan directo escenarios proclives para la llegada de populistas de izquierda al poder. Populistas como Chávez y Maduro, a quienes Santos ha llamado sus mejores amigos. Nada de esto es extraño, la cercanía de Enrique y Juan Manuel Santos con los amigos del comunismo está evidenciada en un sinnúmero de artículos de prensa y reseñas históricas que hoy en día salen a la luz pública y que muchos de nosotros no conocíamos.

Como ya lo había mencionado en el artículo anterior el conflicto en la frontera, que ya lleva tres semanas, es un show del que Santos no es ajeno. Para Maduro es muy útil despistar a los venezolanos con miras a las próximas elecciones, paulatinamente va cerrando la frontera en los municipios en los que saben perderán las elecciones legislativas de final de año. Prueba de esto es, que el Estado de Excepción, con el cual se instrumentalizan los atropellos contra los colombianos, se está implementando también en municipios venezolanos que no están en la frontera, en los que coincidentemente les son adversas las encuestas. Saben, como Santos cuando rechaza el referendo, que perderán las elecciones.

A Santos, el show le sirve, para poder avanzar sin mayor dificultad en la aprobación del congresito y sus facultades extraordinarias, de esta manera distrae a los colombianos. Los medios (Radio, televisión o periódicos) solo muestran, por estos días, los acontecimientos de la frontera. Ya casi nadie habla de las Farc ni de la impunidad que pretenden otorgarles.

En el circo de la frontera se plantean mociones de censura, se intercambian afirmaciones, se hacen los ofendidos, se advierten sobre catastróficas consecuencias, amenazan con el rompimiento de las relaciones, pronto hablarán de sanciones o torniquetes comerciales, etc., pero al final del show, el abrazo para la foto de la prensa será el que cierre la parodia. Esto sucederá cuando las encuestas los favorezcan, a ambos, debido a que el intercambio de declaraciones exacerban el nacionalismo en sus respectivos países.


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