¿Disculpa, manipulación o infiltración?

Hace unos días, asistimos al triste espectáculo de ver al senador Antanas Mockus, parado durante 15 minutos detrás en Juanita Gobertus (representante a la Camara por el Partido Verde), en el cual se evidenció lo avanzado de su enfermedad de Parkinson y sus lamentables efectos, durante alocución realizada por televisión, haciendo uso de un derecho a la oposición al gobierno otorgado por la Constitución Nacional en desarrollo de los acuerdos de La Habana, en la que manifestaban su rechazo a las objeciones, hechas por el presidente Duque, a la Ley Estatutaria de la JEP.

A propósito de esta situación tan triste, hice yo un comentario en una reunión de amigos, deplorando que lo hubieran “utilizado” sin pensar en su estado para conseguir mayor efecto en su mensaje puramente político. La mayoría de estos amigos defendió la situación alegando que su enfermedad no afectaba su lucidez y que si así lo habían hecho era porque él así lo había decidido. En otras palabras, nadie lo había “utilizado”. Tuve que darles la razón a quienes así piensan y reconocí, convencido, que yo estaba equivocado.

Esta situación e interpretación me hizo pensar sobre diferentes situaciones de la vida nacional en las cuales los medios de comunicación y hasta los miembros del gobierno, seguramente porque lo creen “políticamente correcto”, minimizan su gravedad diciendo que “fueron utilizados” o “que algunos se aprovechan de la situación pero ellos (los autores de las vías de hecho) han sido infiltrados o han sido manipulados”. Hoy se ha convertido en moda la palabra “disidentes” aclarando, de entrada, que las Farc nada tienen que ver.

Que no nos crean tan zoquetes, pues cada vez que aparecen las vías de hecho, esgrimen esta disculpa para justificar la violencia, cuando supuestamente “reclaman sus derechos” pero en realidad se sienten con “derecho” a atropellar al resto de colombianos.

Si todos fuéramos iguales ante la ley, los promotores de las vías de hecho deberían asumir su responsabilidad y la justicia aplicar las sanciones correspondientes, pero es claro que esto no funciona así. Como ejemplo analicemos diferentes casos recientes, que se han repetido por años sin que nadie pague por los atropellos a las comunidades o a la Nación por los daños y perjuicios, inaceptables, que producen:

Existe un común denominador que gravita normalmente sobre estos hechos, y que nos permite entender este tema, la izquierda extrema se enfrenta de esta forma contra los gobiernos democráticos y en contra la sociedad que pretende vivir en democracia y libertad. El discurso siempre está signado por el odio que siembran estos radicales, lo cual hace parte de la estrategia del comunismo internacional, para desestabilizar democracias como la nuestra.

Por primera vez en la historia de Colombia, el presupuesto de la educación supera el presupuesto de defensa, pero aún así, sabiéndolo, los estudiantes marcharon a finales del año pasado (2018) exigiendo, con ferocidad, lo que nunca habían exigido a otros gobiernos. Se pudo apreciar que, el mal perdedor de las elecciones de ese año, Gustavo Petro, estaba detrás de esas marchas y que entrenaron muy bien a los muchachos en el discurso que debían repetir cada vez que aparecían en los medios “reclamando sus derechos” pero siempre acudiendo a las vías de hecho.

Recordemos como los estudiantes se arrogaron el derecho a agredir a la Fuerza Pública e intentaron quemar vivos a varios policías. Demostraron que rechazaban la imparcialidad de algún medio de comunicación, como RCN, violentando sus instalaciones en cada manifestación.

En esas manifestaciones de violencia, protagonizada por los estudiantes de casi todas las universidades publicas y alguna privadas de varias ciudades, agredían a la policía anti-motines con todo tipo de elementos y armas no convencionales, pero en cuanto el ESMAD reaccionaba, defendiendo los derechos de quienes eran atropellados por los estudiantes y alguno de aquellos violentos terminaba con algún golpe de gravedad, inmediatamente se culpaba (por parte de los promotores políticos) a las fuerzas del Estado y al Gobierno aduciendo brutalidad y acusándolos de violar los derechos humanos de estos “niños”.

Pero, el ya mencionado y bien conocido discurso aparece, se dice que las marchas fueron “infiltradas” y que nadie sabe quienes eran los encapuchados, algo difícil de creer porque los vándalos sin rostro marchan codo a codo con los estudiantes y nunca se ha visto que los rechacen.

Otro ejemplo, también reciente es el de Fecode, también protagonista y promotor de las marchas de los estudiantes, muchos maestros han sido ejecutores de un plan para influenciar ideológicamente a los estudiantes faltando a la ética del maestro, pero se ofenden cuando se pretende prohibir que se imparta ideología en las aulas de clase. Es un hecho demostrado que en vez de enseñar las materias necesarias para formar hombres (y mujeres) integrales, están formando militantes de partidos comunistas o sus variantes. Esto no corresponde a la libertad de cátedra y debería ser penalizado, pues muchos de ellos su trabajo lo hacen inculcando el odio de clases y contando una historia que no es la nuestra.

Otra paradoja. Por primera vez en la historia de Colombia, un Plan de Desarrollo presentado por un gobierno, contiene un capítulo destinando diez billones de pesos para las comunidades indigenas y afrodescendientes, para temas de educación, infraestructura, salud, etc., presupuesto que había sido concertado con sus representantes. Así las cosas pocas razones podrían esgrimir para su inconformismo sistemático. No logra uno entender como, estando ya en el trámite de aprobación del Plan, los indígenas deciden bloquear las vías del Cauca echando mano a vias de hecho que incluyeron actos terroristas.

La llamada “minga indígena” taponó las vías del sur del país por 26 días, minga que varios analistas calificaron de tramposa y otros de terrorista. En estos bloqueos se generaron afectaciones incalculables a los demás colombianos, especialmente de todos aquellos que viven en las cercanías en los departamentos del Cauca, Nariño y Putumayo.

Sucedió de todo: Un policía asesinado, 8 personas murieron al interior de un resguardo mientras manipulaban explosivos para sus agresiones terroristas a la fuerza pública, secuestros de militares, vandalismo contra las vías avaluadas en mas de 3 mil millones de pesos, buses quemados con gente en su interior, pérdidas incalculables a las empresas de esta región de las cuales muchas nunca se podrá recuperar, miles de empleos perdidos, agricultores que no pudieron sacar sus productos y se perdieron, ganaderos que perdieron toda la leche ante la imposibilidad de transportarla, y a todos nos quedó la sensación de que ellos, los indigenas, tienen mayores derechos que todos nosotros y de que para ellos no aplica la ley.

Volvieron a aparecer los verdaderos líderes de la revuelta, allá estuvo Pablo Catatumbo en la mesa principal de la minga y posteriormente llegó Gustavo Petro, a quien se le vió en varios escenarios, pues circularon profusamente vídeos y fotografías de este “prócer”, reunido con encapuchados y con indigenas armados de fusiles. Adicionalmente este hombre pronunció discursos incendiarios, llenos de odio, mientras se ensuciaba sus costosos zapatos en el lodo.

Se los hizo fotografiar en alarde de su prepotencia que más pareció un desafío hacia los demás colombianos. Ensució sus zapatos pero tenia mucho más sucia su boca al mentir a los indigenas en su afán de sublevarlos, proclamando falsedades pretendiendo que tenemos gobiernos asesinos y sentenció que, en el Gobierno de Alvaro Uribe, el Ejército y la Fuerza Aérea, bombardeaban las casas de los campesinos indefensos en los campos colombianos.

Otra vez el discurso, incluyendo al Presidente, lamentan las “infiltraciones”, la manipulación de la protesta y la presencia ajena a la minga de grupos “disidentes” armados. La prensa hace énfasis y el Gobierno cae en la trampa y para no encender más los ánimos de los protagonistas del vandalismo y del terrorismo, físico y económico, sostienen el discurso apaciguador que siempre se vendrá en su contra.

Hay muchas evidencias de que en los territorios indigenas, que tan generosamente han entregado los gobiernos, ellos (con contadas excepciones) cultivan coca y conviven con las guerrillas, se convirtieron desde hace muchos años en los mayores dominadores del negocio de las drogas. ¿Porque sino creen ustedes que entre sus pedidos esta la prohibición de sobrevuelos sobres sus tierras de cualquier tipo de aeronave? Pues para que no les descubran los cultivos, los laboratorios de cocaína y otras substancias prohibidas.

Los gobernadores indígenas que se jactan de tener una guardia impoluta y de impartir justicia según sus costumbres, parecen ser los principales encubridores y cómplices de estas situaciones. Ellos, como los políticos que allí estuvieron alentando las vías de hecho, deberían ser investigados y sancionados con duras penas, porque nadie puede creer que fueron “utilizados” o “manipulados”. A no ser que sean imbéciles, lo cual no se les nota.

Después de levantados los bloqueos, como producto de una negociación con el gobierno, los primeros en incumplir fueron los indígenas, pues el Presidente Duque cumplió con ir a reunirse con ellos una vez se suspendieran las vías de hecho y fue hasta Caldono (Cauca), a pesar de las informaciones de inteligencia que hicieron noticia sobre un posible atentado contra el Presidente en esa visita con armas de alta precisión.

Por supuesto que los organismos de seguridad escogieron un lugar cerrado para la reunión y los mingueros lo rechazaron, pues según ellos, esta debía ser en la plaza principal del municipio. El presidente debió regresarse a Bogota sin hablar con ellos. Esto nos deja varios interrogantes: ¿Estos “ciudadanos de primera” estaban coludidos con el presunto plan del atentado y por eso insistían en que el Presidente debía ir a la plaza pública a cielo abierto exponiendo su vida? O ¿Es tanta la arrogancia de estos “seres superiores” que creen que el Presidente debe hacer exactamente lo que ellos digan? Pero no, la afirmación, políticamente correcta, gira nuevamente alrededor de unas supuestas “disidencias” de lo cual surge otra duda ¿Porque las acogen en su territorio?, la situación es al menos sospechosa, ¿no creen?

Hubo otra noticia reciente que echa por tierra la teoría de la manipulación y de la infiltración: la Fuerza Pública destruyó un laboratorio para la producción de cocaína al interior de una reserva indígena en Tumaco (Nariño). Escuchamos (en un video) que ellos estaban “cuidando” el laboratorio y que lo creían legítimo. Posteriormente se sugiere que “grupos armados” eran los dueños y que los “pobres indígenas” solo cuidaban. ¿Ya estará la fiscalía en la tarea de investigar, localizar y la Fuerza Pública de destruir cultivos ilícitos y laboratorios de procesamiento de drogas ilegales? Creo que no podemos seguir creyendo que los pobres indigenas son manipulados.

Twitter @jebotero


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