Pluralismo excluyente

Está de moda hablar de pluralismo. Pluralismo de la información, de las ideas, plurietnia, de las preferencias sexuales y pluralismo político. A simple vista parece un deseo moralmente superior. Pero en esto hay una inmensa contradicción. Aquellos que pregonan pluralismo, igualdad, inclusión y paz, son los primeros en discriminar, rechazar y estigmatizar a los que piensan diferente. Los satanizan con aseveraciones peligrosas: “enemigos de la paz” o “enemigos del sentir nacional”. Santos tiene toda una colección de calificativos estigmatizadores.

El ejemplo más reciente, que no el único, es la última columna de León Valencia, quien fuera el “comandante Gonzalo”, un ex guerrillero y ex integrante del comando central del ELN (COCE), columnista de la Revista Semana, quien supo reinsertarse a la sociedad y hoy es el consentido de los medios de comunicación y de la presidencia de Colombia. Dice él, que los medios lo llaman “analista político” y hoy es uno de los felices “contratistas de la paz”.

Al Cesar lo que es del Cesar. León Valencia es un excelente escritor con una narrativa privilegiada (he leído varios de sus libros) y su inteligencia es sobresaliente, pero como columnista utiliza estas dos cualidades para tratar de convencernos de que, lo que él piensa, en su mente retorcida y extremista, es el sentir nacional. Para ello, recurre a rastreras estrategias como tratar de estigmatizar a una periodista, que si es periodista, porque muestra todos los tópicos de la noticia. Hablo de Claudia Gurisatti.

Y es que en Colombia, desde que subió Juan Manuel Santos al poder, lo ha utilizado –el poder corruptor del dinero- para que las noticias solo sean favorables a su gobierno y a sus iniciativas, para que retransmitan su ya famoso “como nunca antes”. Ese poder corruptor lo han llamado “mermelada” y se trata de repartirla sobre toda la tostada. Así ganó la reelección, repartiendo mermelada a todos los medios, la propaganda política fue arrolladora y hasta los operadores judiciales y electorales se allanaron a sus deseos y le pusieron en bandeja de plata los medios para su segunda victoria.

Pues bien, Claudia Gurisatti fue nombrada como directora de Noticias RCN en reemplazo de otro santista pura sangre, el “enmermelado” Rodrigo Pardo- y el Canal cambió su cara, recuperando una amplia franja de sintonía que había perdido y estaba en manos de la competencia. Antes de esto, ningún canal publicaba nada que la Casa de Nariño no aprobara o que fuera en contravía de los intereses del Presidente.

En la columna de marras, León Valencia, se despacha con toda clase de calificativos contra la Periodista llamándola: “desafiante, irreverente, audaz, inteligente, alzada y obsesiva”. Termina su columna acusándola de ser enemiga de la paz, de ser uribista y amenazando veladamente a la periodista y al grupo Ardila: “Pero la señal de Gurisatti, de RCN Televisión y de la familia Ardila Lülle está en contravía a esas transformaciones tan urgentes de la vida nacional y también puede ser riesgoso para el grupo empresarial.” Amenaza que perfectamente puede tener varias interpretaciones.

Siempre, tras el señalamiento hacia algún periodista, sobre sus simpatías, vienen las protestas de todo el gremio que advierte que “le han colgado una lápida en el cuello”. Eso fue exactamente lo que Valencia hizo con Gurisatti, le colgó una lápida pero el gremio no dijo nada. Vicky Dávila los confrontó al aire en la FM. Claudia prácticamente dejo tendido en la lona al tendencioso “analista” pues le mostró que el Canal si está mostrando los temas importantes del proceso de paz pero igualmente informa sobre a las agresiones de las Farc contra el pueblo colombiano mientras conversan en La Habana, algo que esta prohibido por Santos.

Otro ejemplo sobre incoherencia lo vivimos hace un par de semanas, cuando el ex alcalde Mockus confesó ser simpatizante de las Farc y haber sido auxiliador de este grupo terrorista. En este país que quiere ser incluyente y coherente, la mayoría de medios omitió la noticia. Tampoco mereció la apertura de una investigación por parte de la fiscalía, aunque fuera para concluir rápidamente que esos delitos están prescritos. Si una confesión parecida la hubiera hecho un uribista, al lunes siguiente el personaje del ejemplo habría sido detenido dentro de un operativo policial y mediático sin precedentes. Pero Mockus, izquierdista y amigo de terroristas, o Piedad Córdoba vocera de las Farc, no serán jamás, siquiera, investigados.

Este es el país, “incluyente” y “pluralista” soñado por León Valencia, uno donde solo quepa la gente que piensa como él, pero en el que no caben ni Uribe, ni los 7 millones de uribistas que votamos por Oscar Iván Zuluaga en las pasadas elecciones. Esa es la paz que se imaginan Santos, las Farc y el columnista en cuestión.

Podríamos llamarlo el país del “pluralismo excluyente”.


Share this post: