Santos, política y narcotráfico

Puede que a algunos de ustedes, pacientes lectores, les parezca que este tema está muy trillado y quizás tengan razón. Si miramos la prensa, el tema fue tratado con creces, en columnas de opinión y en noticieros de televisión, la mayoría a favor, pero hoy ya nadie habla sobre la suspensión de las fumigaciones con Glifosato para cultivos ilícitos. Como todo en Colombia, no importa que tan graves sean los hechos o que tan polémica alguna decisión del gobierno, se olvidará antes de dos semanas.

El Presidente colombiano, aplaudido por sus áulicos y por la mayoría de los periodistas, ha abandonado la lucha contra el narcotráfico. Cabe preguntar: ¿lo ha hecho porque así lo exigen las FARC, como una de sus muchas condiciones para la firma de la paz, o cuales oscuros intereses militan detrás de esta decisión?

Los argumentos son bien pobres, casi dan risa. Un estudio de una organización adscrita a la Organización Mundial de la Salud dijo que el Glifosato era “probablemente” cancerígeno. Ojo, “probablemente”. Esto teóricamente motivó al gobierno, previo un fallo del Consejo de Estado, a “privilegiar” la salud de los colombianos, decisión esta que tiene serias y múltiples inconsistencias.

Con el mismo Glifosato se vienen asperjando los cultivos de arroz, el que nos comemos todos los colombianos desde hace 40 años. Este tipo de aspersión no fue prohibida. Es decir, independiente de las concentraciones, argumentan que es mas peligroso para la salud de los colombianos fumigar unos cultivos en la mitad de la selva, donde solo habitan sus cultivadores, que fumigar el arroz que todos nos comemos diariamente en sectores densamente poblados, donde hay carreteras, ríos y poblaciones, y se trata de cultivos intensivos en mano de obra. ¿Tendrá esto alguna lógica?

Ejércitos de periodistas bien alineados con las Farc y “enmermelados” por el gobierno, han dedicado no menos de dos semanas a editorializar y a exponer argumentos, a favor de la suspensión de estas fumigaciones, como el siguiente: “si la fumigación con Glifosato fracasó, no es lógico continuar con ella”

Una afirmación con dos falsedades. La las cifras demuestran, por el contrario, que las fumigaciones han controlado y avanzado en la erradicación de los cultivos de coca, es decir no han fracasado. En 2002 los cultivos superaban las 180 mil hectáreas y para 2013 estos alcanzaban 55 mil hectáreas. Es importante contextualizar: mientras se fumigan extensas zonas con éxito, las Farc siembran nuevas áreas con extensiones inmensas.

La segunda falsedad implica un razonamiento ilógico. Si en verdad el combate de los cultivos ilícitos fuese insatisfactorio no es aceptable decir que fracasó y que entonces se debe abandonar este combate, sería tanto como decir que si fracasó la lucha contra la corrupción, entonces abandonemos esta lucha, dejemos que la corrupción avance sin medida. Normalmente males como la corrupción, la delincuencia en las ciudades, el narcotráfico y ciertas enfermedades, no se logran extirpar del todo pero si se controlan y por no alcanzar a una efectividad del 100%, no se abandona la lucha contra cada flagelo.

Las fumigaciones anualmente erradicaban aproximadamente 80 y 120 mil hectáreas anualmente. Que el resultado a 2013 registre aproximadamente 55 mil hectáreas cultivadas es un importante indicador de avance, dado que queda demostrado que se alcanza a erradicar un poco más de lo que se siembra y que los resultados son positivos. Si se analizan los datos se deduce que que se han erradicado mas de 1 millón de hectáreas en los últimos 10 años.

Santos empezó a desmontar paulatinamente las fumigaciones por presiones de las Farc. El Catatumbo, Nariño y Putumayo, se convirtieron en paraísos de la droga y en el ultimo año se registra un aumento de cultivos de coca del 38%. Esto significa que, mientras la economía de Colombia crecerá 3% durante el 2015 la de las Farc crece a ritmos cercanos al 40%. Sin aspersiones, estamos de acuerdo con el procurador Ordoñez, nuestro país se convertirá en “un mar de coca”.

Preocupa que estas decisiones no son aisladas, pareciera que se va creando un escenario indeseable que nos podría llevar por los caminos de una narco democracia.

En 2014 se supo que dos asesores del presidente Santos habrían recibido 12 millones de dólares de las mafias del narcotráfico, que la justicia no quiso investigar. Entre tanto, muy convenientemente, se desvió este escándalo haciendo un montaje en contra de la campaña de Oscar Iván Zuluaga, con un supuesto hacker, con el claro objetivo de desprestigiarlo y atajarlo en su carrera a la presidencia.

Recientemente se supo que se levantarán todos los batallones de alta montaña. Estas unidades militares tenían entre sus misiones principales cortar las rutas del narcotráfico. ¿Por qué? Las razones expuestas por el Ministro de Ambiente hablan de que se debe proteger el medio ambiente. Pobre argumento pues, como alternativa, se podría capacitar a los soldados para proteger los páramos y las especies nativas.

Este año también hemos escuchado sobre la justicia transicional que pretende conmutar las penas a las Farc por penas alternativas. En vez de pagar cárcel, se dedicarán a cuidar parques naturales o a barrer las calles, pero eso sí, con sueldos de tres salarios mínimos, que no se ganan ni la mitad de los colombianos, y para lograrlo, el gobierno, cuenta con un congreso “enmermelado” (sobornado) para aprobar que el narcotráfico sea considerado conexo con el delito político, así como, que algunos crímenes atroces como el reclutamiento forzado de niños, el secuestro o los actos terroristas, también lo sean, siempre para favorecer a las Farc.

Algún colombiano suspicaz, podría preguntarse ¿que significa que se omitan investigaciones contra dineros ilícitos, se abandonen las fumigaciones contra los cultivos ilícitos sin tener una alternativa, se quiera declarar el narcotráfico como delito conexo al político generando impunidad, no se exija a las Farc que erradiquen ellos los cultivos y se les permita conservar sus inmensas riquezas ilícitas, que se les permita convertirse en un partido político inmensamente rico por los recursos casi ilimitados cuando todos sabemos que con dinero se ganan elecciones? ¿Estamos quizás ante una estrategia macabra para que llegue el Socialismo del Siglo XXI y se instale en Colombia?


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