¿Señales inequívocas o macabras coincidencias?

En varias de mis columnas he afirmado, como muchos otros analistas, que Colombia va por el mismo camino de Venezuela. Es posible que los caminos que se transitan sean ligeramente diferentes pero del análisis de las noticias y de la historia política reciente, se pueden encontrar las señales inequívocas que refrendan esta afirmación..

Si uno compara diversos acontecimientos, estos pueden mostrar importantes similitudes aunque los discursos parezcan diametralmente opuestos, al decir de Santos “tenemos profundas diferencias”. Veamos un paralelo entre La Venezuela de Chávez y Maduro y la Colombia de Juan Manuel Santos, ciertos parecidos, para algunos de nosotros, resultan muy preocupantes.

Hugo Chávez se presentó como un demócrata y juró varias veces que fortalecería la democracia, haría cumplir las leyes y respetaría a la oposición. Pero engañó a los venezolanos. Juró acabar con la pobreza y con la corrupción que azotaba a su país. No solo no acabo con la pobreza, sino que a todos los convirtió en pobres, excepto a sus amigos a quienes enriqueció a través de una corrupción desbocada.

Juan Manuel Santos se hizo elegir con el discurso democrático de Uribe, lo elogió y resaltó su labor como la mejor de la historia de Colombia, sabía que era aceptada por la inmensa mayoría de los colombianos. Una vez llego al poder le dio la espalda a sus promesas y se ha dedicado a gobernar con las ideas de sus nuevos mejores amigos, la izquierda y los populistas, descuidando la seguridad y la libertad, permitiendo la corrupción desbordada.

El chavismo se apoderó de los poderes del Estado, se apropiaron del congreso con ardides políticos, dieron golpe de estado a la justicia y dominan el poder electoral. Es claro que eliminando la independencia de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) un gobierno democrático hace tránsito a ser una dictadura. Organizó constituyentes y consiguió plenos poderes para reformar al Estado y poder asegurarse el control absoluto.

Santos se apoderó del congreso y de las cortes con su peculiar estilo, comprando congresistas. A esto se le ha llamado “mermelada”. Esta mermelada ha penetrado todos los estamentos del poder, en forma descarada se ha beneficiado el congreso y la justicia. Congreso y justicia hoy hacen solo lo que el Presidente les ordena. Se han neutralizado los organismos de control y a la justicia para asegurar el control total del Estado.

Hasta a las izquierdas, antes opositoras de los gobiernos liberales, fueron compradas para garantizar la reelección de Santos en nombre de un proyecto de paz que deja muchas dudas. Basta recordar los contratos que, curiosamente, se suscribieron con varias ONG de izquierda, con objetos como “aclimatar la paz “ o promover movilizaciones en favor del mismo fin. Hay un “entusiasmo” unánime entre la izquierda pagada por Santos. El presidente Santos, hoy también tramita plenos poderes para reformar la estructura del Estado sin pasar por el Congreso. Antes también reformó la constitución para poder garantizar a las Farc una impunidad total y elegibilidad política.

Hugo Chávez y Maduro posteriormente, han utilizado la justicia para callar a sus opositores y encarcelarlos, si es preciso, pero permiten completa impunidad a sus propios delincuentes, socios y copartidarios, envueltos todos en el narcotráfico. Cientos de políticos y estudiantes se encuentran en las cárceles. En este punto quiero recordar a Alejando Peña Esclusa, un querido amigo venezolano, quien fue encarcelado mediante un montaje, por querer defender la democracia en Venezuela y en el continente. Era demasiado incómodo para Chavez, como sucede hoy con todos los estudiantes presos, con Leopoldo López y con Antonio Ledezma y según rumores, sucederá eventualmente con Maria Corina Machado..

En Colombia los mas fuertes contenedores políticos de Santos, han sido judicializados advirtiéndose una siniestra mano negra detrás de la justicia. Hoy se encuentran prófugos o presos. Andrés Felipe Arias fue acusado y condenado en un inusitado juicio con acusaciones absurdas, pero fue detenido cuando se perfilaba como el candidato de Uribe para sucederlo en la presidencia. Luis Alfredo Ramos quien hubiera podido ser un fuerte contenedor en la campaña en la que se reeligió Santos, fue extrañamente acusado de haber reunido con un paramilitar, cosa que el aceptó demostrando que actuaba a nombre del gobierno de Uribe, como miembro de la comisión de paz del congreso, en el proceso que desmovilizo a estos grupos terroristas. En los casos de la parapolítica se ha denunciado la proliferación de falsos testigos lo que tiende un escalofriante manto de duda sobre la justicia colombiana, mientras cierran descaradamente y absuelven a todos los amigos de las Farc en la llamada farcpolítica.

Santos ha querido estigmatizar a la oposición política, les ha inventado todo tipo de calificativos y epítetos tratando de desprestigiarla. Cuando vio que perdería las elecciones presidenciales de 2014, logro que la justicia armara un montaje contra Oscar Ivan Zuluaga, logrando atajarlo en su aspiración a la presidencia, revirtiendo una curva ascendente que lo daba como seguro ganador. El montaje del hacker es el más burdo de cuantos se han armado en Colombia, pero así actúan, cada vez más descaradamente que ni se interesan por cubrir las apariencias.

Hugo Chávez se gasto la más fabulosa bonanza petrolera que haya vivido su país. Repartió recursos a manos llenas para consolidar las aspiraciones del Foro de Sao Paulo en la región, asegurando la llegada al poder de por lo menos seis presidentes de izquierda, entre tanto acabo con la empresa privada en Venezuela y saquearon las finanzas en forma descarada.

Juan Manuel Santos, en su primer gobierno dilapidó también una fabulosa bonanza petrolera, no grande como la de Venezuela. No ejecutó regalías en su primer mandato, paralizó la inversión en el país y despilfarro los recursos del fisco en su reelección sin ningún remordimiento.

Santos, complaciente con la violación de los derechos humanos en los países vecinos, es capaz de vender su alma al diablo para congraciarse con las guerrillas, hasta pasar por encima de los tratados internacionales para garantizarles la impunidad total. En su afán por pasar a la historia por haber firmado la paz, es capaz de reformar las instituciones y la constitución, aunque esto ponga en peligro la estabilidad Nacional y a las Farc en el poder.

¿Que será más grave? Una prensa amordazada como la de Venezuela por Chávez y Maduro, o como en Ecuador y Bolivia, o una prensa comprada, empalagada de mermelada, como la colombiana a la que Santos ha llenado de contratos, no solo de publicidad, sino para “aclimatar la paz”. Muchos valientes periodistas han sido encarcelados o muertos, en la medida en que las nuevas dictaduras de izquierda avanzan en su consolidación. Los periódicos libres han sido cerrados. Los nuestros hoy viven felices, llenos de mermelada, adulando al mandatario que nos piensa entregar a las Farc, ya veremos como les va, a los medios y a sus periodistas, cuando aquí llegue el socialismo del siglo XXI.


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