Tres líneas estratégicas para acabar con las FFMM

Cuando Juan Manuel Santos dice que en Cuba no se está negociando a las FFMM, yo le creo. Dice verdad, porque no es allá donde las acabarán, ni tampoco en el campo de combate. No se necesita que se negocie su estructura, solo tiene, el Presidente, que continuar permitiendo el avance jurídico-político que destruirá a las FFMM y llevará a la mayoría de sus mejores hombres a las cárceles. Son tres las estrategias que viene liderando la izquierda “democrática” en contra de nuestros soldados de tierra, mar, y aire: Abolición del fuero militar, destrucción de la inteligencia y una memoria histórica que tergiverse la verdadera historia del conflicto que servirá para perseguir a las FFMM. Analicemos una por una.

Desde hace muchos años los delegados para los DDHH de la ONU, algunas ONG como Human Rights Whatch y Amnistía Internacional, entre otras, y los políticos de la izquierda en Colombia, han liderado campañas para la abolición del Fuero Militar. En la práctica lo lograron desde que Camilo Ospina, Ministro de Defensa en épocas del presidente Uribe, firmara un convenio con el nefasto Fiscal de la época, Mario Iguarán, con el cual se derogó, con un documento de menor rango, una norma constitucional: El Fuero Militar.

De forma ilegal, violando La Constitución, la justicia ordinaria empezó a juzgar a los militares sin tener la competencia, lo cual constituye un delito y es en la práctica una persecución ilegal contra el Estamento Militar, porque el Fuero Militar sigue estando en la constitución. Consiste este Fuero, en que los militares, por motivos de su misión, tienen un fuero especial, es decir deben ser juzgados por jueces militares, personas que conocen la guerra y que son capaces de entender lo que significa un combate y cuales pudieron ser las condiciones del mismo. Pueden entender que es lo sienten nuestros militares en el combate. Conocen como se vive el miedo, el cansancio, el hambre y el frio en una enfrentamiento contra un enemigo irregular y traicionero, tan avezado como las guerrillas colombianas.

O ¿Se imagina usted, amigo lector, que en los combates con las guerrillas cuando llega la hora de comer se para el combate para que se alimenten las tropas? O ¿Se imagina usted que hacen un alto al fuego para irse a dormir? No amigos, ni usted, ni yo, ni ningún juez civil sabe lo que esto significa. No hemos vivido lo que es un combate, ninguno de nosotros puede saber lo que se siente cuando las balas pasan silbando cerca de tu cabeza, el miedo que se debe sentir porque el enfrentamiento es a muerte, ni cuales puedan ser las reacciones del soldado ante la muerte inminente. Por esta razón, existe la justicia penal militar. Por esta razón, los militares son aforados y deben ser juzgados por gente que entienda la situación.

Hoy, en un trámite extrañamente largo y tortuoso, se tramita una reforma constitucional para reformar el Fuero Militar, pero es más extraño que, mientras se tramita la enmienda mencionada, está vigente el anterior pero no se aplica en virtud del mal habido convenio citado atrás, es decir se viola impunemente, por todos esos jueces y fiscales, La Constitución, en forma descarada. Pero tantas largas solo puede significar una cosa: Están engañando a nuestros militares, les prometen una reforma que los blinde jurídicamente y es bien posible que al final salgan con algo bien destemplado. Aunque, pensándolo bien, ¿porque se necesita una reforma constitucional para derogar un convenio entre dos entidades del Estado? Si señor, me ratifico, esa reforma constitucional es un engaño, también llamado patraña para embolatar a los militares mientras Santos firma la paz con las FARC.

La segunda línea estratégica contra las FFMM, y contra los colombianos, se enfoca en acabar con la Inteligencia. No solamente la inteligencia militar, sino a la inteligencia estratégica del Estado. Recordemos los ataques feroces contra la inteligencia. Siempre han querido acabarla pues es como sacarle los ojos del Estado y a las FFMM. Por eso acabaron con el DAS. Orquestaron una sucia patraña pues unos magistrados se vieron descubiertos en tratos con mafiosos, lo mismo que algunos personajes de izquierda, periodistas y políticos, eran investigados por tratos y contactos con las guerrillas. Hoy todos ellos se declaran víctimas. La inteligencia debe existir, es indispensable para detectar las amenazas que se ciernen sobre el Estado o sus fuerzas de seguridad.

Acabar la Inteligencia es un objetivo de alto valor estratégico para la subversión y sus amigos políticos que incluso han logrado infiltrar el poder judicial. Una paradoja, los magistrados que se declaran victimas de las chuzadas son quienes hoy juzgan a los supuestos culpables, cuando en una sociedad sana, deberían declararse impedidos.

Además del DAS, hay otros ejemplos: El escándalo hecho por la fiscalía en asocio con la revista Semana contra Andrómeda, una sede encubierta de inteligencia que vigilaba, no sabemos a quien, para proteger al Estado. Se logró el objetivo: cerrar esta operación y se hizo un escándalo de mayúsculas proporciones para generar desprestigio. Allí no había nada oscuro, si secreto, pero la operación fue declarada legal por el gobierno. Se trataba de desprestigiar la inteligencia, desprestigiar a las FFMM y de paso, entorpecer la investigación que se hacía sobre quien sabe cuales facinerosos. Ah, claro, dijeron que había pruebas de que estaban espiando los correos de las FARC y de los negociadores del gobierno, pero eso quedo así, solo en un chisme de la Revista de marras.

La tercera estrategia es la memoria histórica. La semana pasada me ocupé de este tema en mi columna “Santos pisotea la historia” (http://jebotero.com/santos-pisotea-la-historia/), sin embargo valga la pena hacer énfasis en que el resultado de los documentos escritos para la “memoria histórica” contratada y oficializada por el gobierno del presidente Santos. Allí entregan alguna responsabilidad –poca- a las guerrillas por el holocausto colombiano a través de 50 años, pero dan la mayor responsabilidad a un “Estado Terrorista" –el colombiano, claro- y su “Ejército sanguinario”. Muestran a las guerrillas como victimas del Estado, del cual debieron defenderse y defender a su pueblo, gran falsedad si se tiene en cuenta que Colombia tiene la democracia más antigua de América, imperfecta seguro, pero democracia al fin y al cabo. Aquí no cabían ni se justificaban los grupos guerrilleros alzados en armas contra brutales dictaduras represivas, aquí, en democracia, las personas se han podido expresarse en las urnas, elegir y ser elegidos.

Esta falsedad, del tamaño de la muralla china, servirá de cabeza de proceso para judicializar y encarcelar a nuestros militares, principalmente a aquellos que dieron los golpes más contundentes contra las organizaciones narco-terroristas.

Entonces es cierto, Santos no negocia las FFMM en La Habana, pero miente cuando dice en un su twitter “las FFMM saldrán fortalecidas de este proceso y su futuro no está en discusión” (hablando del proceso de paz en La Habana), pero permite, como cómplice, que fuerzas oscuras de la izquierda vayan avanzando en estrategias mortales que harán que la persecución contra los militares en los países del Cono Sur parezca un juego de niños.


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